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Haciendo una rápida búsqueda por el internet, resulta que en 100 días se han llevado a cabo guerras históricas, se pueden obtener resultados increíbles de algunas dietas y programas de ejercicio, se puede dominar todo tipo de habilidades cognitivas, se puede completar el proceso de cultivo de vegetales como el tomate, la cebolla, los pimientos, las arvejas y las berenjenas. 

Incluso, en tan solo 100 días la proeza más grande de vida en nuestro planeta tiene apariencia totalmente humana.  Tiene rasgos faciales perfectamente definidos, tiene ojos, orejas, cejas y hasta sus primeros cabellos.  En 100 días un feto mide entre ocho y nueve centímetros y su cabeza representa casi la mitad de su tamaño total. 

En 100 días hemos vivido 14 fines de semana y 2,400 horas de las cuales al menos 1,600 hemos estado despiertos. 

En nuestro caso particular en los últimos 100 días hemos pasado dos de los más esperados períodos de vacaciones del año… confinados, hemos pasado dos icónicas celebraciones familiares… confinados, hemos pasados no se cuántos cumpleaños y aniversarios de nuestro círculo íntimo… confinados.

Mejor permítame cambiar un poco el orden y los signos del título: 

100 Días ¿felices?

Pues quizá antes de que se apresure a contestar, revisemos un poco la definición. 

La felicidad es un estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar o disfrutar de algo bueno.

¿Será bueno?… Estar a resguardo, permanecer saludable, estar con la familia, tener cómo comunicarnos con el resto de nuestra familia, tener un trabajo, tener amigos, poder expresar lo que sentimos y pensamos, tener ideas, tener proyectos, tener sueños, tener propiedades, tener ahorros, tener una casa, tener agua, tener alimento, saber leer, tener acceso a la educación, poder emitir nuestra opinión, tener ropa, tener un auto, tener un teléfono con servicio, tener internet, más de una televisión y Dios primero, tener salud.  Será que después de 100 DÍAS… ¿aprendimos ya a disfrutar de esto?

Siguiendo con la definición: quien está feliz se siente a gusto, contento y complacido.  No existe un índice de felicidad o una categoría que haya qué alcanzar para que alguien se considere como una persona feliz.  Tiene que ver un poco con la química y con los pensamientos.  El concepto de felicidad es subjetivo y relativo.

El ser humano suele sentir felicidad cuando alcanza sus objetivos y cuando logra solucionar los distintos retos que se enfrenta en su vida cotidiana.  En los casos en que esto no se logra, se produce la frustración que lleva a la pérdida de la felicidad.

Parece que el secreto está entonces en trazarnos objetivos dentro de nuestro círculo de influencia apegados a la realidad, pero sin dejar de practicar un positivismo inteligente que nos permite ser buena influencia para los demás. 

La felicidad es cuestión de elección, pero hay que trabajar para alcanzarla. Creímos que no podíamos vivir sin salir de paseo, asistir a fiestas, visitar a los amigos, ir al cine, cenar en restaurantes. Creímos que parte de celebrar cualquier cosa conllevaba restaurantes elegantes y regalos caros, que parte integral de ser joven conllevaba paseos por el centro comercial, fiestas los fines de semana y escapadas al puerto y que parte de ser niños incluía salir al menos al parque.

Resulta que luego de 100 días hemos pasado por un proceso de transformación como el de los vegetales… de semilla a fruto.  Cual dieta o programa de ejercicio, pasamos por transformar nuestros hábitos inadecuados a una versión de nosotros mismos que no sabíamos que era posible.  Como los primeros 100 días de nuestra existencia en la tierra, tenemos todo lo que necesitamos, todo está en su lugar, ahora es solo cuestión de aprender a usarlo. 

La felicidad, parece que no está en tener… porque ya no tenemos la libertad para hacer lo que pensamos era lo normal… y sin embargo, aquí seguimos. 

La felicidad, parece estar en el SER… te has dado cuenta ¿cuántas veces has escuchado dicho la palabra TE EXTRAÑO en 100 días? … extrañamos las cosas simples, hasta una bocada de aire puro en medio del campo… pero lo que más extrañamos es el CONTACTO.  El día de la madre y el día del padre, puede que no hayan tenido cenas caras y regalos ostentosos, pero te diste cuenta cuánto agradeciste en el alma tener a quien deseárselo o estar y ser uno para que tus hijos te lo celebraran.

En lo profundo, en la soledad de los pocos instantes de paz de esta nueva normalidad decídete, no a preguntarte, sino a declarar ¡SOY FELIZ!  100 días ya los habías vivido antes (y muchas veces), pero estos pasaron en cámara lenta para darte la oportunidad de hacer historia. 

La normalidad se construye con tus decisiones de cada día.  Lo que ya no existe es la rutina y eso es tan solo UNA OPORTUNIDAD para que tu fuente de la felicidad actual pueda impactar el resto de tu vida. 

Seremos por siempre en la historia los covidianos, y aunque luego del término televisado no podremos cambiar el nombre, podremos trabajar en la definición. 

Espero que ser uno de esos covidianos se relacione con SER FELIZ, CENTRARSE EN EL SER, SER LIBRE PERO RESPONSABLE, SER PREVISORES, SER EMPÁTICOS Y CONSCIENTES, SER EMPRENDEDORES Y ESTAR PRESENTES.

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